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jueves, 20 de diciembre de 2007

NO MÁS SOLEMNES PETICIONES DIPLOMÁTICAS A LAS FARC PARA QUE HAGAN ENTREGAS UNILATERALES DE SECUESTRADOS. SI POR UNA AYUDA EFICAZ DE LA COMUNIDAD INT

Hace cierto tiempo, al saliente alcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón, le preguntaron sobre su percepción acerca de la realidad colombiana. Para responder, soltó una de esas frases interesantes que le caracterizan. Haciendo una comparación con la pacífica y lejana Suiza y la convulsionada Colombia, dijo: “ …un día en Colombia son diez años en Suiza…”. En efecto, en nuestro país pasan muchas cosas a una velocidad vertiginosa, tanto, que ni uno se da cuenta. No me pinto viviendo en Suiza, donde no pasa nada, donde todo es tan estático y normal. Me imagino que los reporteros suizos deben estar buscando, como raspando el fondo de una olla de arroz para arrancarle el pegado, cualquier noticia que sirva para llenar la portada del medio impreso para el cual trabajan. ¿Les gustaría a ellos trabajar en Colombia? Apuesto que a más de uno sí.

Pero dejemos la tranquilidad de Suiza para otro escrito, porque lo que atañe ahora es tratar de dar mi opinión acerca del tema del momento: la suerte de los secuestrados y el intercambio humanitario. Ya sabemos que el gobierno de Chávez trató de intervenir, que hay “países amigos” dispuestos a colaborar y que el presidente francés también está interesado, sobre todo si tiene una ciudadana francesa secuestrada( Ingrid Betancur). Sin embargo toda esa aparente ayuda de la comunidad internacional no ha destrabado el problema, no han logrado poner de acuerdo al gobierno colombiano y a las FARC para que hagan un intercambio humanitario. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional entonces?
Pues, ensuciarse las manos, ponerse el uniforme de campaña. Y quien más que Francia para eso. En una reciente edición de la revista Semana apareció un artículo, titulado “Todos por Ingrid” , en el que elogiaban al presidente francés Sarkozy por haber pedido, en un discurso televisado y radiado, a Marulanda que liberen unilateralmente a Ingrid antes de la navidad. En un aparte del mencionado artículo se leía que Sarkozy había demostrado “tanto ímpetu” que en muy poco tiempo opacaría el protagonismo del mismo Chávez, quien era hasta hace poco el principal facilitador por el intercambio. Con todo el aprecio que siento hacia los editores de la revista, debo decir que la “ímpetu” de Sakozy no tiene nada de especial. No tiene nada de riesgoso. Es algo que puede hacer cualquier mandatario para pedir por la libertad de un patriota secuestrado en otro país. El mismo Bush ha pedido mil veces a las FARC la liberación unilateral de los contratistas norteamericanos. Así que el carismático jefe de estado francés no se ensució las manos.

En la misma edición de Semana, aparece una de las punzantes columnas de Antonio Caballero cuestionando la supuesta utilidad del gesto de Sarkozy. Dice el columnista que “…no puede el presidente Sarkozy creer en serio que su solemne discurso televisado y su compromiso de implicación personal van a reblandecerle el corazón y sacarle los colores de la cara al viejo jefe inflexible de una guerrilla implacable…” Yo también pienso lo mismo: el supremo comandante guerrillero, el gran señor de la guerra, no va a prestarle la más mínima atención al respetuoso pedido del presidente de Francia. En realidad, Marulanda es un ser inconmovible, cubierto de un acoraza a la que no le entra las más ínfima compasión o respeto por la condición humana. Este señor y su gente no entienden el lenguaje de la diplomacia. Si Francia quiere ayudar, debe cambiar de estrategia, debe, como ya lo dije, ensuciarse las manos. ¿Cómo así?

No se imaginen que me refiero a una intervención militar, tipo Irak, del ejército francés en Colombia, no. Me refiero a que el país galo intervenga de forma realmente eficaz, comprometiéndose de verdad, pero apoyado en los instrumentos legales necesarios.

LA PROPUESTA

Sarkozy goza de un gran prestigio en Europa y tiene la simpatía de Bush. Sabemos también que Francia hace parte del consejo de seguridad de la ONU, con derecho a voto y a proponer temas. El asunto es que el presidente francés convenza, apoyado de EU que también tiene ciudadanos secuestrados, a los miembros del consejo de seguridad para que emitan una resolución que autorice una misión de paz en Colombia tendiente a llevar a cabo el intercambio humanitario. Se le despeja a las FARC el territorio que piden, y se acuerda con ellos un plazo para la entrega de secuestrados. El gobierno colombiano se compromete a liberar los guerrilleros presos exigidos por las FARC.

Con un mandato claro, emanado de la resolución del consejo de seguridad, unos observadores de la ONU apoyados por una fuerza de paz extranjera (cascos azules), SUPERVISARÍAN el canje. Garantizarían que las FARC no usen el despeje para fines criminales ( como pasó en el Caguán), asimismo se asegurarían de que el plazo no sea dilatado por los guerrilleros y también velarían por la seguridad de los mismos. En fin, esta misión sería la prenda de garantía para que no se repita lo del despeje de Pastrana.
¿Por qué el problema de los secuestrados en Colombia puede ser tratado en el consejo de seguridad? Porque es un problema de derechos humanos, un problema de repercusión internacional que requiere urgente solución dado que la vida de los plagiados corre grave peligro. Sí Sarkosy se ensucia las manos y resuelve firmemente sacar esa resolución, puede lograrlo. No le será imposible convencer a Bush y tampoco creo que a Rusia y China. Estos dos últimos países no pierden nada apoyando una causa humanitaria que no los afecta en nada (no hay en juego intereses vitales para ellos)

Esta propuesta requiere un profundo consenso político en Francia y en Colombia, donde oposición y el oficialismo deberán ponerse de acuerdo en forma clara y categórica. En lo que respecta a Colombia, el congreso de la república tendrá que promulgar una ley que autorice a los efectivos de la ONU transitar por el territorio nacional. Para el efecto, el PDA, el Partido Liberal y la coalición gobiernista, después de un acuerdo de unidad, votarían en pleno dicha autorización.

¿De qué nacionalidad serían los observadores y efectivos? Pueden ser de países latinoamericanos, europeos y de la misma Francia. Lo cierto es que deben ser extranjeros para garantizar la debida neutralidad.

¿Aceptaría las FARC esa propuesta? No le queda otra. No creo que se hagan los frescos ante una resolución del consejo de seguridad apoyada enteramente por las grandes potencias del planeta. Ya no sería el mensaje solemne y sensiblero que le ruega compasión, no, sería una exigencia con soporte legal, con todo el peso de la ley que rige la convivencia de las naciones del mundo. Quedarían arrinconados y no ignorarían más a la comunidad internacional.

¿Aceptaría Uribe la propuesta? La gran preocupación del presidente es que con un despeje se repita la terrible experiencia del Caguán. Pero si advierte que la misión de paz puede garantizar, con su mandato claro, que no se repetirá dicha experiencia, entonces aceptará.

¿No sucedería el temido show mediático de las FARC? En el Caguán las FARC estaban a sus anchas sin ninguna supervisión efectiva y podían hacer su número; pero, la cosa es diferente cuando hay abundante personal civil uniformado (con emblemas de la ONU) apoyado por cascos azules. ¿Harían en estas condiciones su pantomima? Lo dudo.

¿Qué pasaría con los guerrilleros presos liberados? La resolución exigiría que, una vez puestos en libertad por el gobierno colombiano, no vuelvan a delinquir. Ya será un tema de letra minúscula el decidir el mejor destino para ellos. Puede que se acojan a un proceso de reinserción, o sean admitidos por algún país; o sean parte, en calidad de desmovilizados, de un naciente proceso paz con el gobierno incubado por la misión de la ONU.



Debo advertir que no soy jurista, ni mucho menos especialista en derecho internacional, sólo soy un ciudadano que está harto de que su país viva una tragedia tan horrorosa que debe ser solucionada cuanto antes. Un ciudadano que piensa que esta propuesta, tan radical para muchos, es la única que puede hacer viable el deseado intercambio humanitario. Un ciudadano que, con lo poquísimo que sabe del tema, puede advertir que esta propuesta, si bien radical para en el actual contexto político, no es absolutamente imposible de realizar.

Entonces, le resta al presidente de Francia ponerse el overol y ensuciarse de verdad las manos, porque es el, solo el, la única persona que puede impulsar la propuesta.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Neopopulismo

Me topé por ahí con un texto de la profesora
Cristina De la Torre, en el que diserta sobre
la existencia de este fenómeno en Latinoamérica
y ,de paso, tilda sin tapujos al presidente
Uribe como su máximo
representante en el subcontinente.




Para la autora, el neopopulismo es un fenómeno nuevo que viene a suplantar al populismo de los años 80s, cuando los gobiernos de Latinoamérica se sacudieron de las dictaduras militares y volvieron al democracia. En ese entonces, el modelo del Estado social, o Estado de bienestar, estaba en boga. El cual, estaba inspirado en la socialdemocracia Europea y Norteamericana de la post-guerra, donde la inversión social es lo primordial y el Estado se convierte en intervencionista para garantizarla. El populismo clásico tomó estos principios y los convirtió en bandera de su programa, para “favorecer al pueblo”. Dándole aparentemente a este el verdadero poder en nombre de, según una cita de De la Torre aparecida en el ensayo, “...la democracia de masas en la que el pueblo gobierna directamente”. Además, el populismo entronizó la figura del caudillo personalista, léase Chávez o Alan García, que encarnaría todos los anhelos del pueblo.

Pero, lo que resultó de todo esto es que el populismo trajo un gran traumatismo en los países donde se práctico, ya que el Estado de bienestar que pregonaban, con sus enorme gasto público y su burocracia pesada, hizo desembocar la economía en altos índices de inflación y déficit fiscal. Este fracaso conllevo, según muchos, al ascenso del “Neoliberalismo” en Latinoamérica, el cual promovía la reducción del Estado y la priorización de la iniciativa privada. Pero así como el estado de bienestar tuvo su “populismo”, el Estado neoliberal tiene el suyo también, bautizado “neopopulismo”. ¿Pero qué es en sí el neopopulismo? Según la autora del texto, es una versión neoliberal del populismo clásico. Desmonta el estado social para instalar el modelo de economía de mercado, rechaza la orientación distributiva ( de la riqueza) del populismo clásico, introduce la democracia delegativa ( aquella donde se da el liderazgo personalizado al extremo, un rol ultra mediático del dirigente, y supresión la autonomía de la organizaciones sociales), y , como si fuera poco, desintitucionaliza el estado cortando la división de poderes. El dirigente neopopulista se presenta como antipolítico (enemigo de la política tradicional), dueño de “una nueva forma de hacer política” donde la interacción con el pueblo se hace sin arbitraje institucional, es decir en forma directa. Así, el pueblo se transforma en un ente pasivo del discurso del gobernante, sin tener capacidad de participar ante su poder mediático. Los mass media son entonces, los grandes puentes de interacción política con la gente, de tal manera que, como afirma la autora “ ...los escenarios de la política se desplazan a la pantalla de televisión y la política se transforma en la que Sartori llamara video política”


Ahora, haciendo un pequeño paréntesis que me parece necesario en este análisis, quisiera hablar sobre el prefijo “neo”. Como dije al principio, a los intelectuales latinoamericanos (sobre todo a los de izquierda) les gusta usarlo mucho, les encanta ponerle el bendito “neo” a todo para bautizar supuestas “nuevas versiones” de diversos fenómenos. Así vemos que hay: neocolonialismo, neoliberalismo, neofascismo, neoliberalismo, neopopulismo etc. Qué tan válida es esta costumbre es motivo de discusión, pero en lo que a mí concierne, el uso indiscriminado de ese prefijo conlleva a la confusión. ¿No sería mejor usar, así como los autores citados lo hacen, el mismo concepto, sin rebautizarlo, aunque tenga características nuevas? De esta forma, el neoliberalismo no es más que el liberalismo que siempre ha existido, pero adaptado a la globalización. Y en cuanto al llamado neopopulismo ¿No cabría reflexionar que es en el fondo solamente populismo, solo que de otro matiz? ¿Es necesario añadirle el “neo”? La discusión está abierta.


Volviendo al tema central, la autora cita algunos ejemplos de neopopulismo o populismo en Latinoamérica, y acierta con el ex presidente peruano Alberto Fujiñori. No hay duda de que el encarno todas las características neopopulistas citadas anteriormente, ya que se presento como el antipolítico que iba a dar borrón y cuenta nueva al país, además desdeño de las instituciones democráticas cuando uso el ejército para tumbar el poder legislativo. Introdujo, además, la economía de mercado en contraste del estado de bienestar de su desprestigiado antecesor, Alan García. Finalmente, aumento en la práctica el poder ejecutivo, gracias a la implementación de una nueva constitución. Violó, en resumen, el estado de derecho y la democracia participativa. También se menciona al venezolano Chávez, pero en la casilla de “populista reformador” y no de “neopopulista”, aunque para mi concepto este dirigente, debido a su naturaleza confusa, tiene de ambas en igual proporción. Fue más lejos que Fujimori, por lo que sí es la verdadera estrella del populismo- neopopulismo en Latinoamérica. Hablar de Chávez extendería este texto 10 hojas más, pero no se requieren muchas líneas para decir que sus reformas han conducido a incrementar enormemente su poder; la constitución venezolana que el impuso, a su imagen y semejanza, destruyó, como en el caso fujimorista y hasta más, la división de poderes. En Venezuela no hay un congreso como tal, como el nuestro, que puede tumbar proyectos presidenciales y hacer control político del presidente; lo que hay es una asamblea convenientemente dominada por afectos al presidente, una asamblea que es un apéndice del gobierno. Igual cosa pasa con el poder judicial donde hay politización oficial, lo que ha permitido que personas al margen de la ley transiten libremente en Venezuela a pesar de son buscadas por la justicia colombiana ¿Y como se logra eso? Controlando el sistema judicial de acuerdo a la voluntad del ejecutivo. Además, el populismo-neopopulismo de Chávez es trasnacional. Ya vemos la influencia que quiere ejercer sobre los países latinoamericanos regalándoles diversas dadivas provenientes del dinero del petróleo (los famosos “petrodólares”) Entonces, discrepo muy respetuosamente con la autora sobre la figura estelar del neopopulismo-populismo, ya que no es Fujimori, es Hugo Chávez.

Otros representantes del neopopulismo mencionados son el ex presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez , el ex presidente argentino Carlos Memen y el actual presidente de Colombia Álvaro Uribe. Gutiérrez, según la autora, impulsó su campaña contra la clase dirigente tradicional y que se propuso buscar un espacio para que el mercado pudiese actuar, junto con los tecnócratas y empresarios, más eficientemente. Pero fue depuesto en medio de revueltas y, aunque no dilucido al exacta causa de su deposición, todo Indica que aparentemente siguió el camino de otros neopopulistas, la reacción de la población y los estamentos estatales.
En la Argentina de Memen, dice la autora, se “reconcilió” el populismo clásico con el neoliberalismo, así el gobierno desdeño de los sindicatos para atraer al empresariado a la coalición del gobierno. Siguiendo los patrones neopopulistas, Memen se integró a la población haciendo discursos donde se presentaba como salvador de la patria. Concluye la autora, que fue así como el presidente argentino construyó un estado excluyente, lo que le valió su eventual deposición.


Uribe, un caso especial
En cuanto al presidente Uribe, me permito controvertir la percepción de la autora. En el texto se afirma que el presidente Uribe es neopopulista por su “extraordinario parecido” con el estilo de política de Fujimori; sin embargo, mi percepción es que estos dos no se parecen en nada, si acaso en detalles triviales referentes a cuestiones de imagen. Pero analicemos el asunto.

Primero que todo, y este detalle lo ha olvidado mencionar la autora en su texto, Colombia es uno de los países suramericanos con más estabilidad institucional. Característica que le ha permitido blindar su democracia contra las dictaduras militares, las aventuras revolucionarias, las guerrillas comunistas, el narcotráfico y el paramilitarismo (aunque en la actualidad hay un debate serio en torno a si este fenómeno puede desestabilizar la democracia) Mientras otros países, como Ecuador, Perú, Chile y Argentina, sucumbían, Colombia conservaba su democracia. Entonces, dada esa institucionalidad no hay cabida para aventuras neopopulistas tipo Fujimori, porque no tardará en ser abortada por el mismo estado antes de que haga daño. Si la corte suprema hubiese advertido algún elemento perturbador para la democracia en el proyecto de reelección de Uribe, con toda seguridad lo hubiese abortado. Y si Uribe hubiese intentado ignorar un fallo adverso (cosa muy improbable) algún estamento lo hubiese sancionado inmediatamente.

Ahora ¿Alguna vez a intentado el presidente Uribe socavar de hecho alguna institución del estado como el congreso o la corte suprema, tal como lo hizo Fujimori? Si algo se ha demostrado es que el presidente ha acatado todas las instancias de los organismos de control. Es más, muchas iniciativas del gobierno han sido truncadas por la oposición en el congreso, la procuraduría y la contraloría. Esto da a entender que efectivamente la separación de poderes existe en Colombia y el presidente no ha hecho, que se conozca, alguna acción concreta para desaparecerla. ¿Concentra todas las decisiones el presidente Uribe sin consultar a sus ministros, tal como lo hacía Fujimori? El presidente, y es sabido, toma las decisiones el, pero es obvio que hay un margen de participación de los ministros. Es solo cuestión de estilo de gobierno ¿Acaso, para poner el ejemplo, Churchill no se encargaba personalmente de los más mínimos detalles sin consultar muchas veces? ¿Eso lo hacía neopopulista? El asunto se reduce de ver hasta que grado se lleva esta costumbre, y Fujimori la llevo al extremo. En cuanto a la concentración de poder que exhibe Uribe, creo que hay un problema de percepción por parte de la autora. Si se lee la constitución de Colombia, el presidente es la ” suprema autoridad administrativa, jefe de gobierno, jefe de Estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas” Lo cual es de por sí un enorme poder, y Uribe, a diferencia de sus predecesores, se ha propuesto disponer de el en el sentido estricto de la palabra . Esto da la falsa sensación de que se está atribuyendo una autoridad desmesurada, autoridad que Fujimori sí uso para atentar contra el congreso y el estado de derecho.

Por último, lo referente al manejo de la imagen y la personalización del gobierno. Mi concepto es que Uribe es, de alguna forma, un personaje carismático. Dicho carisma lo aprovecha deliberadamente para retener popularidad y poder gobernar con más soltura, ya que es bien sabido que un gobierno con respaldo popular puede impulsar su mejor su agenda. Pero, hay que aclarar, que todo esto es solo en cuanto a imagen. Sí el presidente traspasara a la práctica la forma como maneja esa imagen, la cuestión si rayaría en el neopopulismo. Fujimori dijo que iba a derrotar la clase tradicional política, esto mejoró su imagen pero también lo impulsó a abolir por la fuerza el congreso. Uribe ha dicho que va a aniquilar a la guerrilla, eso también le ayudo en su imagen. ¿Y por eso ha ordenado, además, bombardear la Sierra Nevada sin importar que mueran los indígenas que allí habitan? La aparente personalización del gobierno, es sólo una sensación provocada por un fenómeno que no es más que simple carisma. El carisma del presidente, su estilo de gobernar causan estas alucinaciones intelectuales. ¿Acaso un gerente de una fabrica de zapatos que supervisa personalmente el proceso de fabricación está provocando con esa costumbre algún perjuicio?

Elecciones

Se ha cumplido una jornada electoral que
marcó un hito en la historia republicana de Colombia.
La jornada electoral del 28 de Mayo fue histórica por varias razones: fue la primera vez en 100 años que un presidente es reelegido consecutivamente; se presentó la mayor votación recibida por un mandatario en toda la historia de Colombia; sirvió para consolidar, como nunca antes, el potencial electoral de un partido de izquierda y mostró la debacle del otrora grandioso partido liberal. No cabe la menor duda, que el Dr. Álvaro Uribe ha recibido un apoyo popular innegable con sus 7 millones de votos, si tenemos en cuenta que hace cuatro años alcanzó unos 5 millones. Es un record en toda Latinoamérica (¿y el mundo?) que un mandatario después de 4 años de gobierno halla mantenido tan intacta la aceptación por parte del pueblo.
El presidente Álvaro Uribe también sale fortalecido políticamente de esta contienda electoral, ya que ha logrado aglutinar una mayoría en el congreso donde hay conservadores, independientes y liberales. Esto, sumado al apoyo popular, le ha dado un gran poder y gobernabilidad.

¿Cuál es el secreto de Uribe?
No voy a citar a expertos, sólo diré mi razón como ciudadano que votó para reelegirlo. Creo que Uribe de alguna forma demuestra que está profundamente comprometido con la misión que el pueblo le encomendó, para lo cual no vacila en sacrificar su salud, su vida familiar y su integridad física. En estos 4 años de su primer periodo, se le vio trabajando en extenuantes jornadas donde atiende además personalmente múltiples asuntos. Sabe todos los detalles de la problemática de cada región, conoce de memoria datos que van, desde nombres de oficiales del ejército hasta el número de habitantes de cualquier municipio perdido en la Orinoquía. A esto se suma su indudable carisma y su conectividad con el pueblo, no pierde ocasión para romper protocolos y saludar a la gente (como cuando iba en un bus que transitaba por una carretera intermunicipal de la costa y de repente decidió bajarse, al día siguiente salió en los diarios fotografiado en medio de una manifestación espontánea)
Otro aspecto es su poder mediático, hay que reconocerlo, maneja los medios de forma experta. De esta forma, construye un puente de comunicación tan efectivo, que la gente siente que hay un gobernante
Este estilo de trabajo, que a menudo molesta mucho a sus opositores, es lo que le da popularidad al presidente. Claro, tampoco se puede negar que los resultados positivos de su gobierno en materia de seguridad nacional y economía también han contribuido.

Retos
Soy uribista por convicción, no por fanatismo, soy conciente de que nuestro presidente ha cometido errores (si alguna vez estadistas de la talla de Churchill y Roosevelt los cometieron ¿Por qué no el presidente Uribe?); por eso es menester reconocer que se deben corregir cosas, y mejorar otras tantas en este segundo periodo. El campo social es el principal reto, ya durante la campaña el presidente ha anunciado iniciativas serias de este tipo, así que es verídico que en el segundo mandato lo veremos “más social”. También hay cambios en el tema de la paz, ahora habrá más disposición al diálogo, tanto así que Uribe ha reconocido que está dispuesto a despejar territorios nacionales para incubar procesos de paz, pero eso sí, cuidando mucho de no caer en otro Caguán. En política exterior no hay nada que agregar o corregir, el TLC debe firmarse, EU debe seguir siendo aliado fundamental para enfrentar el narcotráfico, y los grupos terroristas. Y hay que insistir más con la UE para que al fin se comprometan a fondo y ayuden como lo hace EU.

La oposición
Colombia es una democracia, imperfecta eso sí, pero al fin y al cabo una democracia. La existencia de una oposición política es necesaria para garantizar a quienes no votaron por el presidente su derecho legítimo a disentir. El Polo democrático alternativo tiene todo el derecho a estar en oposición, se lo ha ganado con casi 3 millones de votos. Pero ¿Cómo debe ser esa oposición? Debe ser crítica, seria y limpia, no dogmática ni sectaria. Esto significa que debe estar encaminada a expresar desacuerdo con cualquier iniciativa gubernamental que, a juicio de los opositores, afecte negativamente al país; todo dentro de un escenario de debate, un escenario en el cual prime estrictamente el necesario control político al gobierno, y no el de los agravios que sólo busca destruir o difamar la figura del presidente para debilitarlo políticamente. El candidato del Polo, Dr. Carlos Gaviria, le ha prometido al primer mandatario una oposición “limpia y digna”, ojalá pueda cumplir esa promesa porque dentro de su partido hay elementos radicales que comulgan con una oposición dogmática, radical y difamadora.
En cuanto al partido liberal, su situación es difícil. Ellos si fracasaron porque han ido perdiendo lectores progresivamente. Ahí debe haber un serio replanteamiento sobre que rumbo deben tomar, por ahora ha dicho que no le harán guerra frontal al gobierno y que, si entendí bien, promoverán una especie de oposición dosificada (acompañamiento al gobierno en algunos temas).De todos modos, solo en estos meses se sabrá definitivamente qué pasará con los liberales oficialistas.