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miércoles, 12 de diciembre de 2007

Neopopulismo

Me topé por ahí con un texto de la profesora
Cristina De la Torre, en el que diserta sobre
la existencia de este fenómeno en Latinoamérica
y ,de paso, tilda sin tapujos al presidente
Uribe como su máximo
representante en el subcontinente.




Para la autora, el neopopulismo es un fenómeno nuevo que viene a suplantar al populismo de los años 80s, cuando los gobiernos de Latinoamérica se sacudieron de las dictaduras militares y volvieron al democracia. En ese entonces, el modelo del Estado social, o Estado de bienestar, estaba en boga. El cual, estaba inspirado en la socialdemocracia Europea y Norteamericana de la post-guerra, donde la inversión social es lo primordial y el Estado se convierte en intervencionista para garantizarla. El populismo clásico tomó estos principios y los convirtió en bandera de su programa, para “favorecer al pueblo”. Dándole aparentemente a este el verdadero poder en nombre de, según una cita de De la Torre aparecida en el ensayo, “...la democracia de masas en la que el pueblo gobierna directamente”. Además, el populismo entronizó la figura del caudillo personalista, léase Chávez o Alan García, que encarnaría todos los anhelos del pueblo.

Pero, lo que resultó de todo esto es que el populismo trajo un gran traumatismo en los países donde se práctico, ya que el Estado de bienestar que pregonaban, con sus enorme gasto público y su burocracia pesada, hizo desembocar la economía en altos índices de inflación y déficit fiscal. Este fracaso conllevo, según muchos, al ascenso del “Neoliberalismo” en Latinoamérica, el cual promovía la reducción del Estado y la priorización de la iniciativa privada. Pero así como el estado de bienestar tuvo su “populismo”, el Estado neoliberal tiene el suyo también, bautizado “neopopulismo”. ¿Pero qué es en sí el neopopulismo? Según la autora del texto, es una versión neoliberal del populismo clásico. Desmonta el estado social para instalar el modelo de economía de mercado, rechaza la orientación distributiva ( de la riqueza) del populismo clásico, introduce la democracia delegativa ( aquella donde se da el liderazgo personalizado al extremo, un rol ultra mediático del dirigente, y supresión la autonomía de la organizaciones sociales), y , como si fuera poco, desintitucionaliza el estado cortando la división de poderes. El dirigente neopopulista se presenta como antipolítico (enemigo de la política tradicional), dueño de “una nueva forma de hacer política” donde la interacción con el pueblo se hace sin arbitraje institucional, es decir en forma directa. Así, el pueblo se transforma en un ente pasivo del discurso del gobernante, sin tener capacidad de participar ante su poder mediático. Los mass media son entonces, los grandes puentes de interacción política con la gente, de tal manera que, como afirma la autora “ ...los escenarios de la política se desplazan a la pantalla de televisión y la política se transforma en la que Sartori llamara video política”


Ahora, haciendo un pequeño paréntesis que me parece necesario en este análisis, quisiera hablar sobre el prefijo “neo”. Como dije al principio, a los intelectuales latinoamericanos (sobre todo a los de izquierda) les gusta usarlo mucho, les encanta ponerle el bendito “neo” a todo para bautizar supuestas “nuevas versiones” de diversos fenómenos. Así vemos que hay: neocolonialismo, neoliberalismo, neofascismo, neoliberalismo, neopopulismo etc. Qué tan válida es esta costumbre es motivo de discusión, pero en lo que a mí concierne, el uso indiscriminado de ese prefijo conlleva a la confusión. ¿No sería mejor usar, así como los autores citados lo hacen, el mismo concepto, sin rebautizarlo, aunque tenga características nuevas? De esta forma, el neoliberalismo no es más que el liberalismo que siempre ha existido, pero adaptado a la globalización. Y en cuanto al llamado neopopulismo ¿No cabría reflexionar que es en el fondo solamente populismo, solo que de otro matiz? ¿Es necesario añadirle el “neo”? La discusión está abierta.


Volviendo al tema central, la autora cita algunos ejemplos de neopopulismo o populismo en Latinoamérica, y acierta con el ex presidente peruano Alberto Fujiñori. No hay duda de que el encarno todas las características neopopulistas citadas anteriormente, ya que se presento como el antipolítico que iba a dar borrón y cuenta nueva al país, además desdeño de las instituciones democráticas cuando uso el ejército para tumbar el poder legislativo. Introdujo, además, la economía de mercado en contraste del estado de bienestar de su desprestigiado antecesor, Alan García. Finalmente, aumento en la práctica el poder ejecutivo, gracias a la implementación de una nueva constitución. Violó, en resumen, el estado de derecho y la democracia participativa. También se menciona al venezolano Chávez, pero en la casilla de “populista reformador” y no de “neopopulista”, aunque para mi concepto este dirigente, debido a su naturaleza confusa, tiene de ambas en igual proporción. Fue más lejos que Fujimori, por lo que sí es la verdadera estrella del populismo- neopopulismo en Latinoamérica. Hablar de Chávez extendería este texto 10 hojas más, pero no se requieren muchas líneas para decir que sus reformas han conducido a incrementar enormemente su poder; la constitución venezolana que el impuso, a su imagen y semejanza, destruyó, como en el caso fujimorista y hasta más, la división de poderes. En Venezuela no hay un congreso como tal, como el nuestro, que puede tumbar proyectos presidenciales y hacer control político del presidente; lo que hay es una asamblea convenientemente dominada por afectos al presidente, una asamblea que es un apéndice del gobierno. Igual cosa pasa con el poder judicial donde hay politización oficial, lo que ha permitido que personas al margen de la ley transiten libremente en Venezuela a pesar de son buscadas por la justicia colombiana ¿Y como se logra eso? Controlando el sistema judicial de acuerdo a la voluntad del ejecutivo. Además, el populismo-neopopulismo de Chávez es trasnacional. Ya vemos la influencia que quiere ejercer sobre los países latinoamericanos regalándoles diversas dadivas provenientes del dinero del petróleo (los famosos “petrodólares”) Entonces, discrepo muy respetuosamente con la autora sobre la figura estelar del neopopulismo-populismo, ya que no es Fujimori, es Hugo Chávez.

Otros representantes del neopopulismo mencionados son el ex presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez , el ex presidente argentino Carlos Memen y el actual presidente de Colombia Álvaro Uribe. Gutiérrez, según la autora, impulsó su campaña contra la clase dirigente tradicional y que se propuso buscar un espacio para que el mercado pudiese actuar, junto con los tecnócratas y empresarios, más eficientemente. Pero fue depuesto en medio de revueltas y, aunque no dilucido al exacta causa de su deposición, todo Indica que aparentemente siguió el camino de otros neopopulistas, la reacción de la población y los estamentos estatales.
En la Argentina de Memen, dice la autora, se “reconcilió” el populismo clásico con el neoliberalismo, así el gobierno desdeño de los sindicatos para atraer al empresariado a la coalición del gobierno. Siguiendo los patrones neopopulistas, Memen se integró a la población haciendo discursos donde se presentaba como salvador de la patria. Concluye la autora, que fue así como el presidente argentino construyó un estado excluyente, lo que le valió su eventual deposición.


Uribe, un caso especial
En cuanto al presidente Uribe, me permito controvertir la percepción de la autora. En el texto se afirma que el presidente Uribe es neopopulista por su “extraordinario parecido” con el estilo de política de Fujimori; sin embargo, mi percepción es que estos dos no se parecen en nada, si acaso en detalles triviales referentes a cuestiones de imagen. Pero analicemos el asunto.

Primero que todo, y este detalle lo ha olvidado mencionar la autora en su texto, Colombia es uno de los países suramericanos con más estabilidad institucional. Característica que le ha permitido blindar su democracia contra las dictaduras militares, las aventuras revolucionarias, las guerrillas comunistas, el narcotráfico y el paramilitarismo (aunque en la actualidad hay un debate serio en torno a si este fenómeno puede desestabilizar la democracia) Mientras otros países, como Ecuador, Perú, Chile y Argentina, sucumbían, Colombia conservaba su democracia. Entonces, dada esa institucionalidad no hay cabida para aventuras neopopulistas tipo Fujimori, porque no tardará en ser abortada por el mismo estado antes de que haga daño. Si la corte suprema hubiese advertido algún elemento perturbador para la democracia en el proyecto de reelección de Uribe, con toda seguridad lo hubiese abortado. Y si Uribe hubiese intentado ignorar un fallo adverso (cosa muy improbable) algún estamento lo hubiese sancionado inmediatamente.

Ahora ¿Alguna vez a intentado el presidente Uribe socavar de hecho alguna institución del estado como el congreso o la corte suprema, tal como lo hizo Fujimori? Si algo se ha demostrado es que el presidente ha acatado todas las instancias de los organismos de control. Es más, muchas iniciativas del gobierno han sido truncadas por la oposición en el congreso, la procuraduría y la contraloría. Esto da a entender que efectivamente la separación de poderes existe en Colombia y el presidente no ha hecho, que se conozca, alguna acción concreta para desaparecerla. ¿Concentra todas las decisiones el presidente Uribe sin consultar a sus ministros, tal como lo hacía Fujimori? El presidente, y es sabido, toma las decisiones el, pero es obvio que hay un margen de participación de los ministros. Es solo cuestión de estilo de gobierno ¿Acaso, para poner el ejemplo, Churchill no se encargaba personalmente de los más mínimos detalles sin consultar muchas veces? ¿Eso lo hacía neopopulista? El asunto se reduce de ver hasta que grado se lleva esta costumbre, y Fujimori la llevo al extremo. En cuanto a la concentración de poder que exhibe Uribe, creo que hay un problema de percepción por parte de la autora. Si se lee la constitución de Colombia, el presidente es la ” suprema autoridad administrativa, jefe de gobierno, jefe de Estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas” Lo cual es de por sí un enorme poder, y Uribe, a diferencia de sus predecesores, se ha propuesto disponer de el en el sentido estricto de la palabra . Esto da la falsa sensación de que se está atribuyendo una autoridad desmesurada, autoridad que Fujimori sí uso para atentar contra el congreso y el estado de derecho.

Por último, lo referente al manejo de la imagen y la personalización del gobierno. Mi concepto es que Uribe es, de alguna forma, un personaje carismático. Dicho carisma lo aprovecha deliberadamente para retener popularidad y poder gobernar con más soltura, ya que es bien sabido que un gobierno con respaldo popular puede impulsar su mejor su agenda. Pero, hay que aclarar, que todo esto es solo en cuanto a imagen. Sí el presidente traspasara a la práctica la forma como maneja esa imagen, la cuestión si rayaría en el neopopulismo. Fujimori dijo que iba a derrotar la clase tradicional política, esto mejoró su imagen pero también lo impulsó a abolir por la fuerza el congreso. Uribe ha dicho que va a aniquilar a la guerrilla, eso también le ayudo en su imagen. ¿Y por eso ha ordenado, además, bombardear la Sierra Nevada sin importar que mueran los indígenas que allí habitan? La aparente personalización del gobierno, es sólo una sensación provocada por un fenómeno que no es más que simple carisma. El carisma del presidente, su estilo de gobernar causan estas alucinaciones intelectuales. ¿Acaso un gerente de una fabrica de zapatos que supervisa personalmente el proceso de fabricación está provocando con esa costumbre algún perjuicio?

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