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viernes, 13 de mayo de 2011

En el lugar equivocado


El edificio de la Caja Agraria, ubicado en el Paseo Bolívar, ha suscitado un gran debate sobre si debe ser demolido. Ciertamente (y en esto concuerda la mayoría de la comunidad, además de diversos arquitectos de la ciudad), la mencionada construcción obstruye la visibilidad hacia el río, interrumpe la armonía visual del sitio; es como un barco encallado que le pone la nota fea a una bella bahía. Así que muchos ciudadanos barranquilleros, incluyendo al alcalde Alex Char, están de acuerdo en demolerlo. Pero, por esos vericuetos jurídicos propios de un país de leyes como lo es Colombia, el viejo edificio no puede desafectarse.

La razón es un decreto, 1802 de 1995, que eleva al edificio de la Caja Agraria como patrimonio cultural de los barranquilleros y como pieza fundamental para la memoria de nuestro desarrollo urbano, de los barranquilleros y de todos los colombianos . Sin embargo, cualquiera que viva en Barranquilla observará claramente que esas rimbombantes palabras (muy fuera de contexto) del Ministerio de Cultura, no tienen el menor asidero entre el pueblo. ¿Qué identificación tiene la comunidad barranquillera por ese edificio?

¿Realmente representa este edificio tanto en la historia de la arquitectura moderna en Barranquilla como para preservarlo por encima de todo? No voy a negar que la obra tiene unos valores arquitectónicos sobresalientes propios de lo mejor del movimiento moderno, pero, en mi humilde opinión eso no basta para ser patrimonio de la ciudad. La razón es sencilla: identidad con el pueblo.

La comunidad no quiere esa estructura ahí porque siente que se interpone entre el Paseo Bolívar y el río Magdalena. Por eso, un grupo de ciudadanos (entre quienes están prestantes arquitectos de la ciudad), recogiendo el clamor popular, interpuso un recurso de acción popular que fue fallado a favor por el Juez Segundo Administrativo del Circuito de Barranquilla, Roberto Chavarro, quien ordenó demoler la obra. Sin embargo, mediante sendos comunicados venidos de la capital, el Ministerio de Cultura se opuso inmediatamente al fallo y recalcó que hará lo jurídicamente posible para impedir la demolición.

No hay duda de que el Ministerio, y los sabios del Consejo Nacional de Monumentos, están desubicados y fuera de contexto. No interpretan el sentir del pueblo barranquillero en aras de atenerse sólo a unos parámetros arquitectónicos que si bien, como dije, no carecen de importancia no bastan para elevar el Edificio de la Caja Agraria a patrimonio indisoluble de los barranquilleros.

Valores arquitectónicos modernos con los cuales está identificado el pueblo barranquillero son la Catedral Metropolitana María Reina, el teatro Amira de la Rosa, el monumental estadio Metropolitano Roberto Meléndez, el edificio Girasol, el hermoso edifico Miss Universo, al Iglesia de la Torcoroma o el Puente Pumarejo etc. Pero de ninguna manera esta mole gris y funcionalista que está en el lugar equivocado.

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